CARNISMO

Melanie Joy es una doctora en Psicología, egresada de Harvard. Ha sido activista por los derechos de los animales, desde que se convirtió en vegetariana tras estar hospitalizada por una severa intoxicación provocada por comer carne. En su libro “Why We Love Dogs, Eat Pigs, and Wear Cows” introduce el término carnismo. El carnismo es una ideología que condiciona a la gente a comer ciertos animales. Es invisible, ya que la gente rara vez se da cuenta que comer animales es una decisión y que no está dado ni son obligados por nadie. En culturas donde comen carne, las personas no suelen pensar por qué comen algunos animales y no otros, o por qué comen animales en primer lugar. Pero cuando comer animales no es una necesidad, como es el caso de la mayor parte de la población actualmente, entonces es una decisión; y las decisiones siempre surgen de creencias.

Mientras no estemos conscientes de cómo nos impacta el carnismo, seremos incapaces de tomar decisiones libremente; porque sin conciencia, no hay libre elección. El carnismo es un sistema de creencia dominante, es tan amplio que sus principios y prácticas están considerados sentido común, se piensa que “así son las cosas”. El carnismo es una ideología organizada en torno a violencia intensiva, extensiva e innecesaria contra los animales. Es un sistema de opresión, en el que se aplica poder injustamente causando daño a billones de individuos anualmente.

Los mecanismo de defensa del carnismo bloquean nuestra empatía para que actuemos en contra de nuestros valores sin darnos cuenta de qué estamos haciendo realmente. Estos esconden las contradicciones entre nuestros valores y conductas para que hagamos excepciones con lo que normalmente consideraríamos poco ético.

Las defensas del carnismo son:

  • Negación: se expresa mediante la invisibilidad del sistema y de sus víctimas.
  • Las tres Ns de la justificación dicen que comer animales es: normal, natural y necesario.
  • Distorsiones cognitivas: aprendemos que los animales de granja son objetos -nos referimos a ellos como algo, en vez de alguien- y abstracciones -no tienen individualidad ni personalidad-. Así, creamos categorías rígidas en nuestras mentes que diferencian unas especies de otras. Por ejemplo: las vacas son comida, los perros son nuestros amigos.

Cuando nos hacemos conscientes de las defensas del carnismo, pierden su poder. Podemos conectarnos con lo que pensamos y sentimos auténticamente, en lugar de lo que nos enseñaron a pensar y sentir. El carnismo está estructurado como otros sistemas opresivos, como el racismo y el sexismo. Los sistemas son similares porque la mentalidad que establece la opresión es la misma. Cultivar compasión y justicia no es tan simple como cambiar conductas, se trata de crear conciencia para que ningún otro, ya sea humano o no humano, sea víctima de opresión.

La conciencia se apoya de tres pilares fundamentales: justicia, verdad y compasión. Una vez que adquirimos estas características podemos romper con el carnismo y escapar del sistema que nos reprime. El veganismo es la ideología opuesta. Promueve la conciencia en los hábitos de consumo y sigue una línea ética buscando que ningún animal sufra en el proceso de hacer nuestra vida más “cómoda”.

Las instituciones más grandes y poderosas del mundo -gobierno, leyes, industrias, medios, educación- se unen para generar discursos; en este caso, el carnismo. El lobbying para lograr que productos dañinos para la salud lleguen a los supermercados es respaldado por los medios de comunicación, que reciben financiamiento de empresas del sector alimenticio. De esta forma refuerzan el mensaje, lo difunden y alienan a la sociedad. Existen grandes intereses económicos detrás de las industrias de la carne y los lácteos. El empuje monetario rebasa la responsabilidad de proporcionar productos nutritivos y de calidad. La sociedad se ha envuelto en una gran mentira por muchos años, en la que se piensa que consumir estos alimentos es bueno para la salud. Por supuesto, todo esto es parte del engaño. El carnismo no solo explota a los animales, sino que también enferma a las personas. 

Pensar en el carnismo nos permite extender nuestro conocimiento sobre el consumismo y la explotación de los animales en la actualidad. Cada vez más personas se interesan en el tema y eligen productos que no apoyen a esta industria. La oferta de alimentos veganos y productos cruelty free ha crecido exponencialmente en los últimos años. Incluso marcas que siempre han fabricado productos con carne y lácteos ahora buscan ampliar su mercado para ofrecer opciones veganas.

Nuestras decisiones cotidianas construyen nuestra realidad. Si elegimos consumir en la lógica de causar el menor daño posible, sin duda estamos apoyando a propiciar una cultura de consumo más ética y responsable.

Monse Fábregas

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